La globalización, ese ‘monstruo’ que aterraba a los comerciantes locales a comienzos de siglo XXI, ahora parece no ser tan fiero, ya que otro monstruo ha despertado, el comercio intrarregional. Esto al menos es lo que podemos deducir de los últimos análisis sobre las tendencias del mercado, que señalan un importante descenso en el terreno del comercio global provocado, en gran medida, por el auge del comercio intrarregional.
Definiendo el comercio intrarregional
Entender el concepto de comercio intrarregional es tan sencillo como pensar en los intercambios mercantiles que tienen lugar a nivel local. Aunque muchos de nosotros ya estemos acostumbrados a comprar desde nuestro sofá productos fabricados, diseñados o ensamblados a miles de kilómetros, los productores y fabricantes no se han extinguido de nuestro entorno o área de residencia.
El comercio intrarregional hace referencia precisamente a las transacciones que se llevan a cabo entre esos productores y su consumidor final sin que en dicho escenario entren en juego nada ni nadie referentes al marco internacional. Y ojo, porque el auge de este tipo de comercio tiene asociadas grandes ventajas.
Para empezar, avisan los analistas (y coinciden con los portavoces de FAO) de que el apoyo al comercio intrarregional fortalece a pequeñas y medianas empresas, al mismo tiempo que promueve el desarrollo de las regiones y la erradicación de la pobreza y la exclusión social. Y es que, cuanto mayor sea el número de trozos en los que ‘repartir la tarta’ del comercio global, mayores posibilidades existirán de que la riqueza y el desarrollo se repartan y extiendan por el mundo.
Los clientes que prefieren producto local
Evidentemente los consumidores han jugado un papel importante a la hora de provocar ese receso en la globalización y auge del comercio intrarregional. ¿Sabías que a la hora de recurrir a un mercado u otro el tipo de producto son claves para tomar nuestra decisión? Los estudios y análisis lo dejan claro: cuando se trata de alimentación preferimos el producto nacional, aunque cuando se trata de obtener el ultimo gadget de moda, confiamos más en las marcas internacionales.
La balanza está bastante igualada, pues en el caso del sector tecnológico esa confianza en el mercado global es del 58%. Esto hace que la calidad del servicio ofrecido comience a revelarse como uno de los factores diferenciales a tener en cuenta, y es ahí donde el comercio local debe jugar bien sus cartas, con un trato al cliente más personalizado que marque la diferencia.
El comercio intrarregional cambia el mercado
Tras un periodo en el que los comercios y productores locales se veían avocados a cerrar al no poder competir con el mercado internacional y, ¿por qué no decirlo?, por la falta de interés de los consumidores de su entorno, ahora las tornas empiezan a cambiar. El comercio internacional, acostumbrado a desarrollarse a un ritmo el doble de rápido que el marcado por la riqueza mundial, ha comenzado ahora a quedarse en la mitad (datos de la consultora McKinsey).
En el otro lado de la balanza encontramos este comercio intrarregional, impulsado por el desarrollo de los países emergentes (quienes también empiezan a hacer un consumo notable de sus propios productos) y por un consumidor final concienciado ya de que, a la vuelta de la esquina, la calidad de producto y servicio pueden ser iguales o incluso mejores que las ofrecidas por el producto internacional.
¿Qué es el comercio intrarregional y por qué está afectando a la globalización?
La globalización, ese ‘monstruo’ que aterraba a los comerciantes locales a comienzos de siglo XXI, ahora parece no ser tan fiero, ya que otro monstruo ha despertado, el comercio intrarregional. Esto al menos es lo que podemos deducir de los últimos análisis sobre las tendencias del mercado, que señalan un importante descenso en el terreno del comercio global provocado, en gran medida, por el auge del comercio intrarregional.
Definiendo el comercio intrarregional
Entender el concepto de comercio intrarregional es tan sencillo como pensar en los intercambios mercantiles que tienen lugar a nivel local. Aunque muchos de nosotros ya estemos acostumbrados a comprar desde nuestro sofá productos fabricados, diseñados o ensamblados a miles de kilómetros, los productores y fabricantes no se han extinguido de nuestro entorno o área de residencia.
El comercio intrarregional hace referencia precisamente a las transacciones que se llevan a cabo entre esos productores y su consumidor final sin que en dicho escenario entren en juego nada ni nadie referentes al marco internacional. Y ojo, porque el auge de este tipo de comercio tiene asociadas grandes ventajas.
Para empezar, avisan los analistas (y coinciden con los portavoces de FAO) de que el apoyo al comercio intrarregional fortalece a pequeñas y medianas empresas, al mismo tiempo que promueve el desarrollo de las regiones y la erradicación de la pobreza y la exclusión social. Y es que, cuanto mayor sea el número de trozos en los que ‘repartir la tarta’ del comercio global, mayores posibilidades existirán de que la riqueza y el desarrollo se repartan y extiendan por el mundo.
Los clientes que prefieren producto local
Evidentemente los consumidores han jugado un papel importante a la hora de provocar ese receso en la globalización y auge del comercio intrarregional. ¿Sabías que a la hora de recurrir a un mercado u otro el tipo de producto son claves para tomar nuestra decisión? Los estudios y análisis lo dejan claro: cuando se trata de alimentación preferimos el producto nacional, aunque cuando se trata de obtener el ultimo gadget de moda, confiamos más en las marcas internacionales.
La balanza está bastante igualada, pues en el caso del sector tecnológico esa confianza en el mercado global es del 58%. Esto hace que la calidad del servicio ofrecido comience a revelarse como uno de los factores diferenciales a tener en cuenta, y es ahí donde el comercio local debe jugar bien sus cartas, con un trato al cliente más personalizado que marque la diferencia.
El comercio intrarregional cambia el mercado
Tras un periodo en el que los comercios y productores locales se veían avocados a cerrar al no poder competir con el mercado internacional y, ¿por qué no decirlo?, por la falta de interés de los consumidores de su entorno, ahora las tornas empiezan a cambiar. El comercio internacional, acostumbrado a desarrollarse a un ritmo el doble de rápido que el marcado por la riqueza mundial, ha comenzado ahora a quedarse en la mitad (datos de la consultora McKinsey).
En el otro lado de la balanza encontramos este comercio intrarregional, impulsado por el desarrollo de los países emergentes (quienes también empiezan a hacer un consumo notable de sus propios productos) y por un consumidor final concienciado ya de que, a la vuelta de la esquina, la calidad de producto y servicio pueden ser iguales o incluso mejores que las ofrecidas por el producto internacional.