A pesar de la sonora equivocación de la hipótesis de Francis Fukuyama con su libro “El fin de la Historia” publicado hace alrededor de treinta años, el mundo económico Occidental no ha dejado de proporcionar augures, adivinos y profetas que nos iluminan sobre los arcanos del futuro.
En este caso, se empieza a repetir el mantra de que la crisis y la pandemia están propiciando el fin de la globalización, que está llegando a su fin (casi 3.500 artículos al respecto en Google Scholar) y que, tras un periodo de expansión de varios siglos, empieza un fenómeno de retroceso.
Es un runrún insistente y monótono, como plegaria colectiva, que empieza a calar en círculos amplios. Evitando las afirmaciones radicales, creemos que una buena aproximación en español es la que hace el Real Instituto El Cano, rigurosa como todo lo que publica, que presenta distintos escenarios, salvando así los muebles en cualquier circunstancia. Pero sigue teniendo esa tendencia de los politólogos de relaciones internacionales, que, a veces, pierde de vista las fuertes tendencias económicas y lo que Nilton Freixinho llamaba “O poder permanente da história”.
¿Qué opinan los especialistas?
¿De dónde sale y en qué se basan estos profesionales? Por un lado, la “primera” era Trump (¿Quién puede decir que no será la última?) trajo el fin de los distintos acuerdos transoceánicos que se estaban negociando desde EE.UU., aunque, en honor a la verdad, los mismos venían heridos de muerte desde la Administración Obama.
En segundo lugar, el populismo aislacionista, desde el Brexit, hasta el aumento de movimientos antieuropeos, híper nacionalistas o incluso xenófobos en Europa, que no deja libre ni a los mismísimos Países Bajos, antaño un ejemplo de tolerancia.
En tercer lugar, la pandemia ha puesto de relieve la fuerte dependencia de fabricantes exteriores para elementos críticos como respiradores, mascarillas o vacunas. La cuarta, el colapso, no tiene otro nombre, de ciertas industrias como la aviación, el turismo o las ferias internacionales. Caída del P.I.B., ERTEs, cierres, despidos masivos, disrupción absoluta de la manera de hacer negocios.
Finalmente, el caos en el transporte, por la contracción brusca, ha conllevado una reestructuración de precios unidos a los nuevos costes de los nuevos flujos.
El nuevo paradigma
Los acuerdos comerciales internacionales de libre cambio seguirán, y se ampliarán, cada vez a más países y más regiones, pero eso no quita que no haya tiras y aflojas, para defender posiciones egoístas (como ejemplo, EE.UU. cobra un 2,5% a la importación de vehículos, mientras que Europa pone un 10% y China un 12%), presentados como barreras técnicas o como aranceles puntuales.
En segundo lugar, como está demostrando el Brexit, las economías están tan interrelacionadas que es casi imposible deshacer la madeja sin fuertes sufrimientos… y subidas de impuestos. El caso de la descomposición de la U.R.S.S. mostró lo doloroso que es un proceso general de reorientación económica desde un sistema fuertemente interrelacionado hacia un centro, sustituido por nuevos centros de gravedad. Y la economía mundial es así.
En tercer lugar, con respecto a la dependencia extranjera, es algo que se viene oyendo en el último medio siglo, con “industrias estratégicas”, desde la militar, la aviación, la informática o las materias primas críticas, pero eso no ha impedido una interdependencia cada vez más acusada.
Finalmente, es cierto que hay sectores enteros que se tienen que reconvertir, pero de una Europa absolutamente devastada por la Segunda Guerra Mundial surgió uno de los principales focos de poder económico del mundo, a pesar, o gracias, a la interdependencia mundial, con producción en el extranjero y con atracción de grandes números de inmigrantes. Otra cosa diferente es que el peso económico se esté desplazando hacia Asia, pero seguirá siendo globalización con otro, u otros, centros.
Como el tema es complicado, os invitamos a releer las estadísticas con calma y a volver a analizar los distintos indicadores, o, en su defecto, a leer las vísceras de las víctimas propiciatorias a Júpiter Óptimo Máximo, o el errático vuelo de las aves, sobre todo si se desplazan hacia el Oriente.
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